Declaraciones matutinas

Nada podía continuar como antes.

He perdido toda esperanza de que las cosas vuelvan a irme mejor que antes.
Y también pierdo cada vez, que intento que las cosas sean menos forzadas que de costumbre.

Pero cuando no puede ser, no puede ser. No es conformismo, es realismo.
Las cosas que no pueden forzarse necesitan aire que las inunde para salir adelante.

No importa que me haya encontrado el testamento de mi familia justo en el momento en el que me puse a llorar después de haber tenido una de las mayores discusiones de mi vida.

¡Te detesto! ¡te odio! ¡no quiero verte! ¡tu presencia me produce acidez de estómago! Y tus palabras son la bilis que alimenta mi mal estar.

Cada vez que intento mover un dedo, el dedo se mueve más rápido que yo y eso que mis dedos son cortos , de esos que se pierden cuando hay bolsillos.
De esos que se adelantan a gesticular gestos obscenos. De esos nerviosos, de esos secos, de esos que tanto...

Posiblemente las cosas proseguirían su camino, como todas las cosas que suceden en la vida, que nacen, crecen y pumba. Y no Kumba alegre jabalí de película animada. Me refiero al pumba producido onomotepayecamente cuando mi cuerpo se estampa contra el suelo.

Pero da igual, continuaré por explicarte que tal mi vida sin mi. Mi vida, sin mi no tiene razón de existir. Mi vida sin mi, es un prosaico de lamentaciones y de afirmaciones jactosas y de olor poco agradable.

Las mejores sorpresas te las da la vida, cuando sin quererlo, atisbas nuevas sensaciones, de alegría y despertar.
Nada parece tan poco agradable como tus sonrisas al vuelo.
Quisiera conocerte más para saber más de mi.
Porque cada vez que te veo, me veo pasar.
Y yo, podré ser todo lo que tu quieras, pero no lo que quieras realmente que sea.

Podría crear otras canciones para tu vida. Podría ser la cantamañanas que tanto te gusta. Podría ser la cantante de la banda sonora de la vida.
Así, que ya me dirás en que punto de la canción quieres que nos encontremos.

Mrl.