03 mayo 2011

La importancia de llamarse Marina

cuando solía ir a discotecas, la más cerca de casa era la mítica Barçalles, dónde algunos chicos se acercaban de vez en cuando a mi. 
Los más atrevidos, eran los que se acercaban al ritmo chumba chumba y aprovechaban el ruido ensordecedor para arrimarse oreja con boca y  preguntarme:
¿cómo te llamas?.
buah! mi nombre!, con lo narcisista que yo era!, para mi, era sagrado, era como dar, la combinación de una caja fuerte. Así que, harta de dar mi nombre al tun tun, y que al poco tiempo, me lo volvieran a preguntar, decidí ser repelente y sólo decirlo, si contestaban una fácil pregunta: ¿En qué año se derrumbó el muro de Berlín?
Al final, triunfaba la memoria y mi tontura, pues quienes lo acertaban, pasaban siempre por delante mío y con gesto cómplice me decían: ¡Marina!
De ahí, la importancia que doy a los nombres, y a que me repatee, sucesos como el del otro día en el canal de Tv3, o el de hoy en tv1.
En el de la televisió catalana, anunciaban una peli basada en la novela de José Saramago, al que no dudaron un segundo en bautizarle como Josep Saramago.
Y hoy, en el partido de Barça (1)-Madrid (1) han llamado a Carles Puyol, cómo Carlos Puyol.
¡no hombre no! ¿Qué es lo qué ocurre?
¿Por qué esos contínuos cambios de nombre?
Al menos, que sean más atrevidos y que a Carles, le hubieran llamado Charles, y a Jose Saramago,
Joseph.
Nosé en que piensan los comunicadores, los geográfos y los lingüistas en general, cuando ves cosas como esta: "Tarrassa" o " Hosca".
¿el orden de los factores no altera el producto?

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