De joven, aún más joven que ahora, en Serra Brava, mis amigas y yo comparábamos en esas horas muertas veraniegas, cuán largos eran nuestros brazos, y yo estaba por encima de la media, y ahora... pensando en todas esas bárbaras e injustas injurias que he ido medio soportando a lo largo de los años, me percato de que posiblemente éstos se entrenaban para no tener agujetas de todas las veces que he y alzaré mis largos y fuertes brazos.
Permito muchas cosas, pero las absurdas e hipócritas palabras y conductas crueles del ser humano que tan repetidamente he ido recibiendo en esta última etapa de mi vida, hacen que recuerde ese macabro pero incierto refrán: " A TODO CERDO LE LLEGA SU SAN MARTÍN".
Ojalá que yo esté errada y que se cumpla la sentencia, que a cada cerdo y cerda que me encuentre o no en el camino de la vida, en este fabulous wild world , le llegue su sanmartín.
Por cierto, hablando de "juventud", el otro día leyendo ofertas de empleo (por cierto, lo recomiendo como pasatiempo), leí una oferta que decía: "... se necesita persona joven, sólo hasta 25 años....". ¡Vamos no me jodas que las de 26, 27, 28...33 no somos jóvenes!!!
pero si el otro día vi a una de 21 que parecía una yaya, inclusive alguna que otra vez he vista quinceañeras que aparentan 25!!!.
Ay Darío, Darío, no sabes cómo me acuerdo de tu poema.:
VA POR TODAS LAS MUJERES JÓVENES DEL MUNDO:Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer.
Plural ha sido la celeste
historia de mi corazón.
Era una dulce niña, en este
mundo de duelo y aflicción.
Miraba como el alba pura;
sonreía como una flor.
Era su cabellera obscura
hecha de noche y de dolor.
Yo era tímido como un niño.
Ella, naturalmente, fue,
para mi amor hecho de armiño,
Herodías y Salomé...
Juventud, divino tesoro
¡ya te vas para no volver...!
Cuando quiero llorar, no lloro,
y a veces lloro sin querer...
La otra fue más sensitiva,
y más consoladora y más
halagadora y expresiva,
cual no pensé encontrar jamás.
Pues a su continua ternura
una pasión violenta unía.
En un peplo de gasa pura
una bacante se envolvía...
En sus brazos tomó mi ensueño
y lo arrulló como a un bebé...
Y le mató, triste y pequeño
falto de luz, falto de fe...
Juventud, divino tesoro,
¡te fuiste para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro,
y a veces lloro sin querer...
Otra juzgó que era mi boca
el estuche de su pasión
y que me roería, loca,
con sus dientes el corazón
poniendo en un amor de exceso
la mira de su voluntad,
mientras eran abrazo y beso
síntesis de la eternidad:
y de nuestra carne ligera
imaginar siempre un Edén,
sin pensar que la Primavera
y la carne acaban también...
Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!...
Cuando quiero llorar, no lloro,
¡y a veces lloro sin querer!
¡Y las demás!, en tantos climas,
en tantas tierras, siempre son,
si no pretexto de mis rimas,
fantasmas de mi corazón.
En vano busqué a la princesa
que estaba triste de esperar.
La vida es dura. Amarga y pesa.
¡Ya no hay princesa que cantar!
Mas a pesar del tiempo terco,
mi sed de amor no tiene fin;
con el cabello gris me acerco
a los rosales del jardín...
Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!...
Cuando quiero llorar, no lloro,
y a veces lloro sin querer...
¡Mas es mía el Alba de oro!
No hay comentarios:
Publicar un comentario