13 septiembre 2010

No podrán conmigo

CUANDO ALGUIEN LEVANTA UNA INJURIA SOBRE MI, YERGO MI BRAZO PARA QUE ESTA NO ME ALCANCE.
De joven, aún más joven que ahora, en Serra Brava, mis amigas y yo comparábamos en esas horas muertas veraniegas, cuán largos eran nuestros brazos, y yo estaba por encima de la media, y ahora... pensando en todas esas bárbaras e injustas injurias que he ido medio soportando a lo largo de los años, me percato de que posiblemente éstos se entrenaban para  no tener agujetas de todas las veces que he y alzaré mis largos y fuertes brazos.
Permito muchas cosas, pero  las absurdas e hipócritas palabras y conductas crueles del ser humano que tan repetidamente he ido recibiendo en esta última etapa de mi vida, hacen que recuerde ese macabro pero incierto refrán: " A TODO CERDO LE LLEGA SU SAN MARTÍN".
Ojalá que yo esté errada y que se cumpla la sentencia, que a cada cerdo y cerda que me encuentre o no en el camino de la vida, en este fabulous wild world , le llegue su sanmartín.

Por cierto, hablando de "juventud", el otro día leyendo ofertas de empleo (por cierto, lo recomiendo como pasatiempo), leí una oferta que decía:  "... se necesita persona joven, sólo hasta 25 años....". ¡Vamos no me jodas que las de 26, 27, 28...33 no somos jóvenes!!!
pero si el otro día vi a una de 21 que parecía una yaya, inclusive alguna que otra vez he vista quinceañeras que aparentan 25!!!.
Ay Darío, Darío, no sabes cómo me acuerdo de tu poema.:
VA POR TODAS LAS MUJERES JÓVENES DEL MUNDO:

Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer.
Plural ha sido la celeste
historia de mi corazón.
Era una dulce niña, en este
mundo de duelo y aflicción.
Miraba como el alba pura;
sonreía como una flor.
Era su cabellera obscura
hecha de noche y de dolor.
Yo era tímido como un niño.
Ella, naturalmente, fue,
para mi amor hecho de armiño,
Herodías y Salomé...
Juventud, divino tesoro
¡ya te vas para no volver...!
Cuando quiero llorar, no lloro,
y a veces lloro sin querer...
La otra fue más sensitiva,
y más consoladora y más
halagadora y expresiva,
cual no pensé encontrar jamás.
Pues a su continua ternura
una pasión violenta unía.
En un peplo de gasa pura
una bacante se envolvía...
En sus brazos tomó mi ensueño
y lo arrulló como a un bebé...
Y le mató, triste y pequeño
falto de luz, falto de fe...
Juventud, divino tesoro,
¡te fuiste para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro,
y a veces lloro sin querer...
Otra juzgó que era mi boca
el estuche de su pasión
y que me roería, loca,
con sus dientes el corazón
poniendo en un amor de exceso
la mira de su voluntad,
mientras eran abrazo y beso
síntesis de la eternidad:
y de nuestra carne ligera
imaginar siempre un Edén,
sin pensar que la Primavera
y la carne acaban también...
Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!...
Cuando quiero llorar, no lloro,
¡y a veces lloro sin querer!
¡Y las demás!, en tantos climas,
en tantas tierras, siempre son,
si no pretexto de mis rimas,
fantasmas de mi corazón.
En vano busqué a la princesa
que estaba triste de esperar.
La vida es dura. Amarga y pesa.
¡Ya no hay princesa que cantar!
Mas a pesar del tiempo terco,
mi sed de amor no tiene fin;
con el cabello gris me acerco
a los rosales del jardín...
Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!...
Cuando quiero llorar, no lloro,
y a veces lloro sin querer...
¡Mas es mía el Alba de oro!

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